Me muerdo las uñas a cada rato. No se por qué lo hago, simplemente en algún momento caigo en que lo estoy haciendo y no puedo dejar de morderlas. después me las miro y pienso: "mmm que feas... tengo que dejar de hacerlo"... la cosa es que la mayoría de las veces, vuelvo a repetir la acción.
Pienso seriamente en mi silla. No estoy sentada lo suficientemente cómoda, puedo estar mejor. Después de todo, si tengo que pasar tantas horas sentada acá, por lo menos tengo que estar cómoda. No depende de nadie mas que de mi estarlo.
Pienso, siento y vuelvo a pensar. en general va en ese orden. Pero hay días (los azules) en que puedo saltear el pensar y soy puro sentir. Son eso los que realmente me interesan: son los que abren las ventanas, los ojos y las alas para poder vibrar en una onda mas alta. En esos días se esfuman los limites: los que hay entre los minutos y las horas, entre estas y los siglos; los que ponen distancia entre las nieves eternas y mi escritorio, los que logran hacer mas perceptible el sentir de los demás...
Vuelvo a morderme las uñas. Tengo ocho ventanas abiertas en mi monitor y siete espinas clavadas del lado izquierdo de mi alma.... hoy no predomina el azul... falsa alarma. Tal vez mañana...
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